Wednesday, November 29, 2006

La Caída del Imperio Chileno




La Fiesta:

La fiesta de Chile comienza a mostrar sus primeros aturdidos de baile y champagne, se están peleando los dueños de casa/maipú. Los defensores de la instituciones se radicalizan y ya no quieren soltarlas, quieren que sus amigos sean lentejuelas del traje democrático, mientras la derecha se da el lujo y la miseria de levantar longueiras, como si el fracaso de la fiesta/concertación, le permitiese ahorrarse sonrisas lavinescas y mostrarse así tal cual: populares como Francos golfistas.

La Resaca:

El paternalismo laguicida se revienta como un terrible secreto familiar, mientras Bachelet no consigue cosechar el snobismo que la levantó y se le van desordenando los pollitos y después las gallinas y ya van a estar las vacas contra los portones del matadero. Sin embargo nada hace suponer que pudiésemos estar en el mismo giro sudamericano que le ha puesto carita de indio al poder, pues el gremialismo es la ley y la articulación una fantasía con la que sólo se pajea el PC y La Zurda, si es que todavía existe el PC y La Zurda

La Caída:

En cualquier momento cae el muro llamado Andes. La globalización en estos términos sólo nos ha hecho generar resistencia, por enésima vez resistencia, a estas alturas como una simulación de subversión que rápidamente es asimilada para legitimar el nuevo Fascismo cuya trinidad es Democracia, Diversidad y Tolerancia, cuyos semas se reordenan y sincronizan para anular discrepancias, así democracia se vuelve un voto, diversidad un pelo fucsia y tolerancia un aguántate no más.

La Pena:

Volverá la fiesta/autopista con barquitos por el Mapocho. Ganó el Sí, sueño todas las noches que ganó el Sí. Parece que se vienen tiempos de aznaridad. El triunfo de esta democracia será la Derecha Democrática, de eso se trataba, de nada más. Cuatro gobiernos de la Concertación, cuatro de la Derecha, así hasta el fin de los tiempos chilenos, la caída de nuestro imperio es su vuelo. Chile, un país ganador y bonito, eso me gritan en mis sueños.




Pablo Paredes

Monday, November 13, 2006

viejo artículo publicado en ROCINANTE


PANFLETO CON PATAS

Por Pablo Paredes M.

Muy parecido a los Ilich y a los Ernesto, pero no idénticos. Los “Pablo Salvador” andamos temerosos de mostrar el carnet, de ser nombrados públicamente por los dos nombres y quedar en evidencia, presentando, sin querer, a la familia; cargando, sin querer, con las nostalgias de los padres y de pasada con una dictadura de 17 años, y cito los años, no por perder papel en algo que todos conocemos, lo cito porque los pablosalvador somos seres vergonzosamente clasificables. Nuestra ascendencia es inferible, la edad de nuestra ascendencia es inferible, nuestra edad es inferible, nuestra moral es inferible, la decoración de nuestra casa es inferible, nuestras palabras pueden ser fácilmente anticipadas; ésta es la gracia y la desgracia de este nombre panflético. Así, uno sale a la vida, siguiendo el destino inscrito en nuestros nombres, nuestros dos nombres, y uno sale acalorado, babeando ante el llamado de la selva roja. Mi historia es y ha sido, básicamente, ésa. Comunista por herencia, no pude resistirme a la militancia, a pesar de los 13 años, tampoco pude resistirme a las “inocentes” presidencias de curso, ni a las menos inocentes, y mucho más disciplinadas, presidencias de centros de alumnos y federaciones; la carrera por el poder había comenzado para mí desde que en la Población José María Caro mi papi y mi mami decidían que me llamaría como me llamo.
Después pasa algo raro, uno comienza a percatarse del anacronismo del morral pegado a la cintura, uno encuentra que con el pelo largo se ve más bien feo, uno empieza a patear a Marx para el ladito (paralelamente, los padres se aburguesan y viven felices) y desde adentro viene una cosquilla reivindicadora de la adolescencia. Es el momento en que todo pablosalvador explota. Y yo exploté. Uno renuncia, con algo de pena, al PC y sale a buscar la noche perdida, la vida fuera del destino inscrito, y va ganando de la otra libertad, de la escrita con minúscula, de la que no se escribe. Se chasconean, se sueltan las trenzas, se vuelven huevones antipáticos que se ríen de todos, de los que encuentran fascistas, de los que todavía militan, de los que no hablan de política. De esos huevones pesados soy yo ahora, el escéptico, ameba izquierdosa, burlándome de los demás para evitar la burla a nuestro destino fracasado en nuestras hormonas y en La Concertación. Me llamo Pablo Salvador y soy un homenaje a la derrota.